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24.9.07

Rozas ya perdió


Fito Paniagua

Aun cuando con el escrutinio definitivo se revierta el triunfo del justicialista Jorge Capitanich –algo improbable, pero posible en el Chaco–, el radical Ángel Rozas no podrá dejar de sentirse derrotado. Más allá de los números finales, lo que queda claro es que el domingo 16 el electorado chaqueño le puso límites a la euforia rozista y eso, por sí solo, representa un duro golpe para quienes durante doce años gobernaron la provincia como capangas.
Si bien el “provisorio” triunfo de Capitanich fue ajustado, 2.005 votos, la derrota de Rozas fue demoledora –el golpe tuvo la misma “fuerza” con que el radicalismo pensaba ganar las elecciones-, porque el líder radical aparecía “invencible” aun después del cierre de los comicios, cuando se dieron a conocer dos encuestas en boca de urna que le adjudicaban una victoria por 10 puntos, superando el 50 por ciento de los votos. Un papelón.
Hasta último momento, Rozas confiaba en los votos de Resistencia, pero en la capital chaqueña el candidato radical a gobernador sacó menos que la intendenta Aída Ayala, que logró su reelección pese a su gestión de neto corte “festivalero”.
Después, el ex gobernador urdió la estrategia de las “irregularidades” en la confección de los telegramas, dijo que ganaría por 2.700 votos y pidió esperar el escrutinio definitivo, con la esperanza de revertir los resultados del escrutinio provisorio. Rozas buscó con la incertidumbre amortiguar el golpe de haber perdido su condición de líder indiscutido.
Tras ocho años de gestión (1995-2003), Rozas dejó a la provincia altamente endeudada, debilitada institucionalmente, con índices sociales alarmantes… A través de un poderoso aparato de prensa y comunicación, fundó su liderazgo en la publicidad de cuanto muro perimetral levantó y convirtió a los poderes Legislativo y Judicial en cuerpos disciplinados y obedientes. Lo mismo hizo con la prensa, a través del financiamiento con fondos públicos a periodistas y a medios y empresas de comunicación.
El rozismo trasplantó en el Chaco elementos semifeudales en lo económico, social y político, que condujeron a la provincia a profundizar aún más su condición de distrito periférico. El Chaco es actualmente una provincia rezagada no sólo en lo económico y social, sino también en lo político e institucional.
Rozas gobernó la provincia como capanga, volvió a postularse confiado en que la “peonada” lo votaría sin pensar y terminó la larga noche de los comicios como capanga: resistiéndose a la derrota.

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