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29.1.12

El medio pelo (con la ayuda de Jauretche)





Hernán Álvarez

Aunque me complace ejercer el derecho a la repregunta –un sentido “desafiante” del periodismo, en algunos casos puro “cancherismo” argentino–, debo reconocer que me fastidian los pequebu que responden una pregunta con otra. Pero el paisano Arturo Jauretche ya lo había explicado hace medio siglo. Me deja un poco más tranquilo. 

Este sociólogo de “pocas pilchas” y “graduado en la universidad de la vida” –como él se presentaba– decía: “¿Y el gallego? –el gallego de Galicia, se entiende–; hágale usted una pregunta cualquiera y verá que le contesta con otra: pruebe y le juego cualquier cantidad a que acierto”.
Esta es una de las razones por las que Jauretche escribió El medio pelo de la sociedad argentina. Me deja aún más tranquilo para comprobar mi hipótesis, aunque ruego perdón por las ofensas e imploro compasión por la “impotencia”. En sus investigaciones bibliográficas, este “autor de la calle” cita la definición de Diccionario de argentinismos, de Tobías Garzón. La sentencia es fatal: “Medio pelo es el sector que dentro de la sociedad construye su status sobre una ficción en que las pautas vigentes son las que corresponden a una situación superior a la suya, que es la que se quiere simular. Es esta ficción la que determina ahora la designación y no el nivel social ni la raza”.  Y la dureza de tal afirmación, se expande todavía más: “El medio pelo está constituido por aquella que intenta fugar de su situación real en el remedo de un sector que no es el suyo y que considera superior”. La aclaración es aún más contundente cuando el creador del diccionario advierte que esta situación, la del ser “medio pelo”, no se da en la clase alta porteña por razones obvias, sino que esta clase alta es “el objeto de la imitación” del medio pelo.
“El equívoco se produce en el ambiguo perfil de una burguesía en ascenso y sectores ya desclasados de la alta sociedad”, completa la definición.
Es decir, el medio pelo es aquel que siempre está en el borde, un sujeto posicionado en una ficción que es el lugar desde donde actúa, en un conflicto resplandeciente entre la realidad que vive y la que quiere vivir. Podría decirse que la clase alta es entonces un objeto de deseo del medio pelo.
El medio pelo padece su condición de clase porque las circunstancias que lo rodean, no son las que aparenta. En una sociedad capitalista, como la nuestra, el capitalismo lo obliga a aparentar, pero no lo deja ser y, en esa tensión, lo convierte en medio pelo.
Hasta aquí, está claro que los “pobres y pobrísimos” quedan a salvo de ser medio pelo. Nunca escuché que entre “Los Nadies” respondan una pregunta con otra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jaja muy buena, clase media medio pelo, pequebus medio pelo, corrientes medio pelo reaccionaria...
y los pobres y pobrísimos cuarto de pelo...

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