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24.3.12

Algo cambió en este 24


Hernán Álvarez

El Concejo de la ciudad de Corrientes rindió ayer un homenaje a dos luchadores de los derechos humanos. El Gobierno provincial impulsó una misa en la coqueta iglesia La Merced por el Día de la Memoria. Por decisión oficial, se retira un busto de Aramburu, allí donde corrió sangre en los tiempos de la fundación. Y se empieza a hablar de echar luz sobre la complicidad de civiles en el plan de exterminio de la última dictadura... Algo cambió.

Algo cambió: los organismos públicos comenzaron a sumarse a esa palabrita llamada “memoria”. Ayer, el Concejo Deliberante rindió homenaje a dos baluartes de la lucha por los derechos humanos en la capital de Corrientes: Mario Marturet y Ramón Leguizamón. Tiempo atrás, también los concejales aprobaron ponerles nombres de desaparecidos a las calles de nuevos barrios.
El año pasado, el Gobierno provincial rindió homenaje a las Madres, en el salón principal de la Gobernación, donde los represores hacían de las suyas hace 36 años. Algo cambió: hoy ese mismo Gobierno organizó una misa en la coqueta iglesia La Merced, donde los capellanes iban a confesar sus crímenes.
Algo cambió en este recordado 24 de marzo: las escuelas públicas hacen los actos por el Día de la Memoria con actuaciones de alumnos y docentes. Resta aún que los colegios católicos y privados se sumen a ese rememorar, aunque si no quieren ya no importará mucho.
Hace seis o siete años, el Estado correntino creó, aunque a regañadientes, la Subsecretaría de Derechos Humanos, mientras que la Justicia Federal, aunque a regañadientes, avanzaba con el juzgamiento a la calamidad generalizada.
Algo cambió: hoy, por decisión oficial, se retira otro busto de Aramburu que permaneció enquistado en una plazoleta, allí donde se instaló uno los primeros fuertes más represivos de toda América Latina. El fuerte del genocida de Juan Torres de Vera que convirtió a esa costa del Paraná en uno de los más sangrientos centros clandestinos de detención de personas en 1588, año la fundación de la ciudad que se fundó sobre la base de exterminio. Esa fue la forma primitiva del genocidio en esta comarca. Qué coherencia geográfica tenían estos tipos: 400 años después, funcionó en el mismo lugar otro centro clandestino como es el Regimiento 9 y la Iglesia sigue haciendo procesiones para rendir culto y pleitesía todos los años en el monumento a esa fundación. Y reivindica la salvación de la cruz por un milagro ante el ataque de los indios: Convierte a la víctima en victimario mediante el uso de la letra católica. La historia contada al revés por los mitos y los ritos.
Algo cambió. Se empieza a escuchar que Corrientes podría hacer brotar un ruido para desestructurar la complicidad y participación civil en el plan de exterminio de la dictadura. ¿Qué tal? Se cree que un correntino puede acusar a otro y mandarlo al banquillo por haber participado de los grupos de tareas. Este secreto a voces podría ser convertido en letra impresa de expedientes por la Justicia, con mucha astucia y paciencia, pero fundamentalmente lo que importa aquí y ahora es que sobrevuelan los vientos de esa posibilidad. Y esa chance ya es una buena noticia.
Los señores vestidos de civil y rodeados de arsenales saben hoy que tienen la posibilidad de ir al banquillo. Esos subieron a los autos y cometieron los secuestros, esos que prestaron sus casas para las torturas, esos que prestaron sus campos para los fusilamientos y entierros, esos que fueron al robo, al saqueo y que desparramaron papeles y quemaron libros. La chance de romper este secreto a voces está.
Fundamentalmente, lo que cambió es que también ahora se les dice “no” a la manipulación de ese discurso dominante, que ya no es tan dominante porque se desestabiliza cada vez que, ahora, encuentra sus límites.

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