|||||
Inicio
Data.Chaco
Urbano
Vademécum
El Pelafustán
RSS

3.12.09

Los mayas, el fin del mundo y el NEA


Fito Paniagua

Justo cuando NatGeo emitía un documental dedicado a las predicciones mayas sobre el fin del mundo, el nordeste argentino quedaba a oscuras por la salida de servicio de la represa hidroeléctrica de Yacyretá. A poco del inicio del apagón, cerca de la medianoche del domingo 29, una fuerte tormenta se abatió sobre la región, que soporta desde hace unas semanas intensas lluvias y la crecida de los ríos, con las consecuencias previsibles en una zona donde gran parte de la población subsiste en la pobreza.
En verano, el fin del mundo se siente más cerca en estas tierras, asoladas por los cortes de luz cada vez que la temperatura se acerca a los 40º y por el agua que llega hasta las rodillas cada vez que llueve mucho. Cualquier embate de la naturaleza hace colapsar la infraestructura y los servicios más básicos, y deja a miles de pobladores en medio del desamparo. Sólo por la lluvia del lunes a la madrugada, unas 3.000 personas debieron abandonar sus casas en la capital correntina.
Se dice habitualmente que las precipitaciones son cada vez más intensas y que es difícil hacer frente a fenómenos extraordinarios como el ocurrido en los últimos días, cuando en algunas localidades de la región llovió más de 200 milímetros en pocas horas. También se dice que los apagones son inevitables porque el consumo excede la capacidad de las redes de energía, pese a que en esta región se emplaza una de las represas más importantes del país, la misma que salió de servicio el domingo por casi tres horas, en prevención ante una tormenta del tamaño de la provincia de Corrientes.
Más allá de estos fenómenos extraordinarios, en la ciudad de Corrientes, un conglomerado urbano de unos 300.000 habitantes, son habituales los cortes de luz durante la canícula, y lo son más aún en el interior de la provincia, donde el servicio de energía es realmente precario. El mismo jefe de la Dirección Provincial de Energía (DPEC), Julio Espínola, dijo hace poco que los cortes de energía no se podrán evitar debido a que en décadas no se invirtió un solo peso en las redes. Lo dijo como si tratara de una revelación y como si él no fuera en parte responsable de semejante cuadro de abandono.
Sin entrar a analizar los porqués de los sucesos climáticos bruscos y violentos como los ocurridos en los últimos días (aunque es sabido cómo ha influido el hombre en el curso de la naturaleza en los últimos cien años), es posible prepararse para que el calor, las lluvias y las crecidas de los ríos provoquen daños menores. Para ello son necesarias planificación y decisión política de invertir en infraestructura clave y no en obras que sólo dan réditos electorales y sirven para que los funcionarios sean aplaudidos durante el corte de cintas.
En general, los barrios que se inundan cada vez que llueve fuerte son los que construye el Estado en las zonas periféricas de los centros urbanos, con materiales de bajo costo y sin la infraestructura adecuada. Eso sí son muy costosos, porque la obra pública es en Argentina un gran negociado del que usufructúan funcionarios y empresarios.
En un artículo publicado en Le Monde diplomatique sobre las muertes que causó la canícula en Francia en agosto de 2003, Martin Winckler, médico y escritor, opina que es posible prepararse para una catástrofe, aunque ésta sea de gran envergadura. Y marca que, si bien un terremoto puede implicar varias decenas de miles de muertos en Turquía, un país como Japón supo equiparse para que un sismo de igual amplitud produzca sólo un puñado de víctimas.
A fines de 2004, un tsunami azotó Indonesia y dejó más de 200 mil muertos en una vasta zona del océano Índico. La devastación fue única, sin embargo, de haber existido un sistema de alerta en la zona las consecuencias hubiesen sido menores para muchas de las poblaciones que fueron literalmente arrasadas por el agua. Está claro que un fenómeno natural golpea con más fuerza allí donde el desamparo es mayor.
Si los mayas fueron capaces de vaticinar cataclismos que, posiblemente, terminarán con el mundo el 21 de diciembre de 2012, según el documental de NatGeo que no pudimos terminar de ver el domingo por el apagón, hoy, con los adelantos tecnológicos los fenómenos climáticos no pueden resultar imprevisibles.
Nadie desconoce que la temperatura del planeta va en aumento y que los veranos se tornan cada vez más implacables. Por lo tanto, es lógico que el consumo de energía aumente en esa época, con lo que el colapso de la red de energía responde más a la falta de previsión y a la desidia de los gobernantes que a la proliferación de los ambientes refrigerados en los centros urbanos.
Lo mismo ocurre con las lluvias. Las precipitaciones son cada vez más intensas y los informes meteorológicos dan cuenta de ello con suficiente anticipación. Y hay razones para que así ocurra: por dar un ejemplo, la deforestación en el Impenetrable chaqueño, devenido en un páramo gracias a la soja, es un atentado que la naturaleza nos está haciendo pagar.
Con todo, y aún lejos de ser Japón, si se tomaran las medidas adecuadas, los efectos y las pérdidas serían menores. Hoy, en cambio, el estado de abandono de la infraestructura básica de los poblados está ocasionando estragos y las escasas soluciones que se dan en medio de la urgencia acarrean otros problemas. Con las lluvias, las redes de desagües colapsan, barrios enteros quedan bajo agua y la gente afectada, la mayoría pobre, pierde lo poco que tiene, todo porque lo que se hace en materia de obra pública es deficiente. Con los apagones, todo se paraliza y la economía se resiente: hace unas semanas, muchos comercios de la capital correntina decidieron no atender debido a la recurrencia de los cortes.
Sin embargo, esto parece no ser entendido por nuestros gobernantes, que siguen dilatando las soluciones para los verdaderos problemas, actuando siempre detrás de los acontecimientos y dilapidando dinero público en cuestiones que están lejos de ser prioritarias. Mientras tanto, el precio que debemos pagar todos por tanta imprevisión, improvisación e impericia es demasiado alto.

No hay comentarios:

Data.Chaco

Urbano

Vademécum