Los canitas, una especie en evolución
Catriel López Acosta,
periodista
En Chaco hay dinosaurios y lejos están de ser una especie en extinción. Parafraseando a Charly García, los dinosaurios van a desaparecer…, pero no todavía. No en Chaco, al menos. Aquí evolucionan día a día. Comenzaron como agentes de seguridad de poca monta, de bajo rango, de mala calidad. Y hoy son un perfecto híbrido de la inseguridad, la delincuencia, la corrupción, la impunidad y la falta de educación.
Comienzan así. La Policía del Chaco realiza un llamado extraordinario para incorporar cadetes a la Escuela de Policía. Lo hace cuando existe la decisión política y se habilitan los fondos. También cuando se necesitan votos.
Lo cierto es que un número grande, siempre más grande que el que va a ingresar, se anota para formar parte de la “fuerza”. Que no es otra cosa que convertirse en un “canita”. Que no es otra cosa que asegurarse un ingreso mensual diario que permita sobrevivir.
¿Quedan los mejores? No. Quedan los mejores acomodados. Lo saben ellos mismos antes de postularse. De esa convocatoria al momento en que el joven sale a la calle con un uniforme que tiene que pagar, al igual que pagan en cuotas su pistola, no pasan más de siete meses. Los borceguíes les quedan grandes, los cintos les quedan grandes, y la responsabilidad también. Se ajustarán a la ropa. No así a la función.
PerfilesAntes de seguir, es importante conocer la opinión de una psicóloga que presta servicios en el departamento de reclutamiento de los canitas. Realiza test y entrevistas a los aspirantes para determinar un perfil psicológicoy la aptitud para ejercer la función de policía del orden público.
Para no comprometer su trabajo y por otras razones que cualquiera podría imaginar, vamos a llamarla, de ahora en adelante, la psicóloga. Ella contó cómo es el perfil de la mayoría de los aspirantes a policía. Básicamente, los definió como personas violentas, desequilibradas emocionalmente, resentidas y antisociales. Marcadas por la frustración e incapaces de ejercer la función para la que se los recluta.
¿Todos son así?, se le preguntó a la psicóloga. “Yo diría que sí. Y si no son todos, estamos hablando de un porcentaje elevadísimo, de más del 95 por ciento”, aseguró.
La pregunta siguiente fue: ¿Entonces cómo ingresan? “La mayoría a dedo, como favor de alguna autoridad. Otros, por aptitud física, me contaron los policías”, relató la psicóloga.
Durante las sesiones con los jóvenes aspirantes, la psicóloga rescató estos textuales: “Estudiar no sirve para nada. ¿Qué te va a decir un doctor si vos tenés un arma en la cintura?”; “Conozco a muchos chorros. Yo sé que no los voy a poder meter presos, pero por lo menos no me van a joder, porque (si lo hicieran), les meto un tiro”.
Los chicos que hablaron de esa manera con la profesional que les iba a decir si eran aptos o no para trabajar de policías, hoy son policías. Pese al dictamen de la psicóloga, queda claro.
Otro punto que la piscóloga resaltó es que la mayoría de los jóvenes no tiene interés por el estudio. Expresan abiertamente que no quieren o no les gusta estudiar. Y muchos no terminaron la secundaria o se frustraron rápidamente en alguna carrera universitaria o terciaria.
FunciónLos canitas ya existían dos años atrás. Pero el gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, decidió que debían ser más. Dijo que tenía que haber uno en cada esquina. Semejante anuncio derivó en una gran convocatoria y en una proliferación épica de estos “dinosaurios” vivos.
A casi dos años del anuncio, no hay uno en cada esquina. Pero en algún lugar están.
El 21 de junio de este año, el gobernador Capitanich volvió a hacer un anuncio. Aseguró que hablaba de “medidas para mejorar el funcionamiento de la Policía del Chaco y garantizar así seguridad pública en toda la provincia”.
El primer mandatario confirmó la asignación de 150 pesos para la compra de uniformes del personal subalterno, además de chalecos antibalas, una licitación pública para la adquisición de vehículos para la fuerza, la compra de cámaras digitales y handies para la identificación rápida de delitos y ubicación de los oficiales. Adelantó que se pondrá en funcionamiento definitivo el servicio del 911 y se otorgará una asignación de recursos para combustible y gastos extras, entre otras medidas.
El sábado 10 de julio, el Gobierno del Chaco anunció un plan habitacional dirigido específicamente a los integrantes de la Policía del Chaco, que prevé la construcción de 2.000 casas para efectivos provinciales y la entrega de créditos destinados a edificación o refacción de viviendas ya existentes.
El proyecto fue anunciado como una forma de reconocimiento a la labor policial, si bien la segunda lectura del anuncio, según el diario Norte, se hizo para “calmar los ánimos dentro de la fuerza, donde hubo sectores que cuestionaron la magnitud del aumento salarial concedido por el Poder Ejecutivo el mes pasado (el 21 de junio)”.
Lejos de haber uno en cada esquina, hoy el gobierno de Capitanich está preocupado por contener a la especie que alentó a reproducirse. Hay que darles de comer a los dinosaurios.
AnécdotasConsultando a diferentes vecinos de Resistencia se pudo conseguir fácilmente algunas anécdotas significativas de los canitas. Aquí se puede ver cómo evolucionaron y que ya no son simplemente un grupo de jóvenes incapaces de cuidar el orden público. Hoy son actores activos de una provincia corrupta, impune, injusta, insegura y en caída libre.
Los canitas son jóvenes y tienen las hormonas a flor de piel. La primera anécdota recogida da muestra de ello claramente.
Hace unos dos años, cuando todavía regía el plan “Un policía en cada esquina”, los canitas eran llevados en gran número hasta la plaza España. Allí se desconcentraban hacia las esquinas de los alrededores.
Maria venía caminando desde su casa hacia el centro por calle Colón y si atravesaba la plaza acortaba camino. Eran las 3 de la tarde y no parecía haber peligro en el atajo. Menos aún cuando la plaza estaba, literalmente, llena de policías. Lo hizo.
Mientras iba cruzándola comenzó a escuchar los siguientes comentarios: “¡Qué linda que sos!”, “Dame tu número de celular”, “¡Que buena que estás, mamita!”. Mucha fue su sorpresa, o no tanta en realidad, cuando advirtió que eran los canitas los “poetas” callejeros que la piropeaban.
Siguió, ya más rápido. Unos pasos más adelante se le puso al lado uno de los canitas y le pidió sacarse una foto con ella con la cámara de su celular. Le dijo que no y caminó más rápido. Terminó corriendo después de sentir que uno de los uniformados le había tocado las nalgas.
Hay canitas más románticos. Otra de las anécdotas recogidas dan cuenta de que no todos son tan atrevidos y tienen alma de casanova. Melisa contó que paseando en moto con un amiga, sin casco y sin papeles, fueron interceptadas por dos canitas. Ellas estaban en infracción y correspondía una multa o el secuestro del vehículo. Pero los uniformados les hicieron una propuesta que no pudieron rechazar: “Si nos dan sus números, las dejamos ir”. Durante varios días después recibieron delicados mensajes de texto invitándolas a salir, a tomar algo o a ir a bailar.
La tercera anécdota indigna y da miedo. Marcos y Diego habían salido a bailar con un amigo y éste había invitado a un conocido suyo. Resultó ser un canita, que estaba en su día de franco. Después de una noche de alcohol y diversión, de regreso en el auto del amigo en común, el novel policía pidió que frenaran la marcha a los gritos. Sorprendidos, todos le preguntaron por qué. La respuesta: “Mirá, esa mina, tiene un N97 (un celular moderno). Pará que yo tengo el arma acá, la encañono y se lo saco”.
Seguramente, como estas anécdotas habrá muchísimas más. Una en cada esquina.
Los profesionales y la gente común saben que esta especie no cumple ni cumplirá nunca con su función: guardar el orden público. Por el contrario, todo indica que lo perturban y que son un producto de una sociedad rota por la corrupción, la mala política, la inseguridad y la injusticia, la impunidad y la falta de educación.
Otro detalle es que en la mayoría de las anécdotas de los canitas aparecen los celulares. Quizá lo más esperanzador. Ya que, pese a su condición injustificable, dan muestra de ser chicos con aspiraciones de chicos.
Por ahora, Charly, te equivocaste. En Chaco, los dinosaurios no desaparecen. Evolucionan.
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