Esta vez, gorilas, cierren el hocico
No es una súplica ni un pedido. Esta vez, gorilas, cierren el hocico. Y la orden no va sólo a los antiperonistas porque también hay peronistas gorilas que pueden unírseles en vuestra imprecación. No vuelvan a invocar a la enfermedad o la muerte para que les quite del medio la imagen de la mujer que odian. Porque esta vez tampoco les servirá. La primera vez que ensuciaron las paredes y la conciencia nacional fue con la frase “Viva el cáncer”, cuyo hedor sigue causando náuseas a cualquiera con el mínimo sentido de lo humano.
Esa vez, decía, creyeron que muerta Evita se terminarían los problemas que les traía aquella mujer. Venida de los andurriales de una sociedad pacata, oligárquica, machista y retrógrada, esa mujer fue convertida en reina por los pobres, los marginados, los desposeídos de todo, hasta de la misma pobreza.
Y su muerte no hizo más que agigantar su figura. Y ya no
fue reina. La convirtieron en santa. Aún recuerdo a mi abuela materna rezándole
a la imagen de Eva pegada en la parte interna de la puerta del ropero,
convertida en íntimo altar. No sé qué le pedía. Quizás buscaba alguna
explicación para una familia como la
mía: mitad peronista, mitad gorila.
Y aquella vez, ustedes, gorilas, sólo se quedaron con sus
rosarios entre las manos enredados en biblias, cuya letra degradaron y cuyo
espíritu degeneraron hasta los límites del panfleto de comisión vecinal.
Y no pudieron con la herencia de aquella mujer como no
pudieron vencerla en vida. Porque su sola imagen, porque sólo pronunciar su
nombre nos sigue enseñando cuál es el camino de la redención de los que poco y nada
tienen.
Aún para aquellos que no transitamos por la vereda del
peronismo, hoy no podemos estar en la vereda de enfrente del proyecto nacional
y popular. Por coherencia. Por convicción.
Esta vez, es otra mujer la que nos convoca a nosotros,
cada vez más nosotros, y que a ustedes aterra y vuelve a enfermar con un odio
sólo visto en una especie: los gorilas.
No caeremos en las semblanzas de estas dos mujeres. Sería
redundante y mezquino.
Porque no se trata de Cristina sí o Cristina no. Hay aquí
y ahora un proyecto, una idea colectiva que ya no es solamente de ella. Es
nuestra. Y, para que se extinga, deberemos dejar de ser nosotros. Y no viven al
cáncer, porque nosotros somos el cáncer, vuestro cáncer; como antes otros
compañeros fueron vuestra rabia.
Por eso, esta vez, gorilas, cierren el hocico.
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