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7.6.12

En los tiempos de Copiaypega


José Luis Brés Palacio

Este año, el Día del Periodista ataca como a traición. ¿Qué decir? De las frases laudatorias y fútiles se encargarán los mercaderes de la adulación de ambos lados del mostrador. Volvemos al mismo punto: ¿qué decir cuando lo que se quiere hacer es putear preguntas?

“Se putean preguntas sin más ni más”, diría mi tía Carmen.
Listo. Pero, ¿por cuál pregunta comenzar? ¿cómo priorizar o jerarquizarlas?
Pero, no quiero preguntar. Quiero putear. Mejor dicho, quiero putearte a vos, Copiaypega del poder político y financiero.
Sí, a vos, justamente, Copiaypega. Y demostrarte que, frente a vos (y en tu contra) estamos nosotros. Los nadies, los ningunos, los ilusos que seguimos defendiendo al periodismo como trinchera ética e ideológica, como refugio de la alegría, ésa que sólo podemos sentir los que no nos hemos ofrecido en alquiler o venta del mercado de conciencias, a los que no llegaron ni llegarán las billeteras de los poderosos como desembarcaron en tu flaca conciencia y en tus abultadas faltriqueras.
Y sí, entre vos y nosotros hay diferencias. Afortunadamente.
Nosotros seguimos soñando.
Vos, por no soñar, te transformaste en una pesadilla.
Nosotros no todo lo tenemos o conseguimos, pero seguimos siendo dueños de nuestra palabra.
Vos perdiste la palabra… mejor dicho: tu palabra.
Nosotros seguimos sintiendo en la boca del estómago ese hormigueo que surge cuando intuimos que sabemos qué queremos decir y no encontramos el cómo.
Vos también te perdés eso y te la pasás en un prometeico “cóntrol-c-cóntrol-v” que una y otra vez firma tu certificado de defunción periodística.
Nosotros sabemos que la verdad revelada no existe o al menos no es humana y que nuestra conciencia está constantemente en formación y siempre puesta a prueba.
Vos ya ni siquiera tenés conciencia, al menos una propia. Sos un carroñero de retazos de conciencia que tus patrones político-financieros van escupiendo en tu cabeza y vomitás en tus notas y en esas abominaciones que llamás noticia, columna o editorial.
Vos sos un esclavo con horario y cuenta bancaria.
Nosotros somos trabajadores de la palabra.
Nosotros sabemos que no lograremos cambiar el mundo, pero no renunciamos a intentarlo.
Vos sos un poco peor que un idiota útil porque sos funcional a la ideología de la aparente-no-ideología.
Nosotros nos equivocamos. Y no pocas veces. Pero somos tan amos de nuestros errores como de nuestros aciertos. Y si nos equivocamos, lo hacemos con el pueblo (que es una manera de acertar ¿no?).
Vos no te equivocás porque sos un error por vocación propia y por voluntad de los dueños de tu menuda inteligencia y de las medias que lamés. Y cuando acertás, lo hacés para defender los intereses de tus patrones, ésos que cuando dicen “libertad de prensa” están hablando de “libertad de empresa”.
Nosotros vamos y venimos, escribimos y reescribimos, es decir: laburamos.
Vos creés que tu trabajo es copiar y pegar y como lo hacés cada vez mejor y más rápido creés que sos un laburante y no sos otra cosa que un impostor de oportunidad, un mequetrefe de ocasión, un limosnero sin redención.
Nosotros acertamos o erramos pero, como tenemos identidad, firmamos lo que escribimos.
Vos elegiste ser anónimo y tu identidad está hecha de hilachas de otras identidades… o de otros anonimatos… o de otros monederos.
Por todo esto, Copiaypega. Entre vos y nosotros hay una guerra. Una guerra simbólica y política.
Y te la vamos a ganar, imbécil.

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