Los que sí, los que no
Una asamblea de trabajadores de Clarín impidió en 1987 la publicación en el diario de una solicitada a favor de Videla. Aquellos periodistas y correctores se negaron a ser parte de una reivindicación de la dictadura cívico-militar y a hacer apología de sus asesinatos. Hoy, los etiquetados como “independientes” y los que hacen Fuck you! siguen cosechando desprestigio y descrédito. Solamente eso.
Cuentan que en 1987 sucedió algo histórico en el diario Clarín. Una solicitada con 5.000 firmas a favor del dictador Jorge Rafael Videla y a modo de reivindicación del terrorismo de Estado, responsable de la desaparición de 30.000 personas, esperaba ser publicada en ese diario y otros más. Surgió entonces en la Redacción de Clarín la pregunta de si los trabajadores debían permitir la solicitada, aun cuando este formato, como se sabe, es pago. Los correctores, que debían chequear que los apellidos de los firmantes estuvieran bien escritos, fueron los primeros que se negaron a colaborar, por una cuestión de conciencia. Finalmente, en una asamblea, se decidió impedir la publicación y se dictó una medida cautelar por “tentativa de apología del delito”. La solicitada no salió.
La anécdota viene a cuento por el Día del Periodista, que se celebra hoy 7 de junio, en un contexto particular en la Argentina, en el que la denominada prensa hegemónica y algunos periodistas otrora consagrados con la etiqueta de “independientes” y otros tomados como modelos –y no precisamente por hacer Fuck you!– siguen cosechando desprestigio y descrédito.
Aquella histórica asamblea en Clarín fue posible porque había comisión gremial interna, algo que hoy no existe. Y, sobre todo, fue posible porque había periodistas y correctores con conciencia ciudadana, dispuestos, en pleno ejercicio de sus libertades y derechos, a pelear contra todo aquello que reivindicara a los asesinos de la dictadura cívico-militar que usurpó el poder entre 1976 y 1983.
Hoy no sería posible un acto semejante en Clarín, y tampoco en algún medio periodístico de Corrientes o Chaco, los cuales en su gran mayoría están en manos de empresarios afiliados al conservadurismo más recalcitrante y retrógrado, para quienes el trabajo es una concesión y no un derecho y, por tanto, las únicas libertades admitidas son las suyas.
Hoy no sería posible un acto semejante porque los jóvenes periodistas que pueblan las Redacciones están impedidos de ejercer sus derechos, esto es ganar un sueldo decente, tener cobertura social y previsional, y trabajar en condiciones dignas, porque la situación laboral en las empresas periodísticas está entre las más precarizadas.
Pero, fundamentalmente, no sería posible porque, tomando lo que escribió en Página 12 el periodista Alfredo Zaiat sobre los argentinos respecto del dólar –mencionado ayer por la presidenta Cristina Fernández–, a partir de la categorización de los españoles hecha por el escritor Pío Baroja, hay actualmente siete clases de periodistas: 1) los que no saben; 2) los que no quieren saber; 3) los que odian saber; 4) los que sufren por no saber; 5) los que aparentan que saben; 6) los que triunfan sin saber y 7) los que viven gracias a que los demás no saben.
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