El más débil
La acusación a Víctor Hugo Morales sobre vínculos con la dictadura militar uruguaya tiene la marca inconfundible del modo en que Jorge Lanata construye su discurso periodístico. La fórmula se repite y suele ser así: sustraer todo acontecimiento de su historia; despojar a los hechos de todo contexto; sacar una foto y quemar la película; recortar la realidad hasta transformarla en un solo momento, en una foto, en una frase acusatoria que justifica, por sí sola, la hoguera en la plaza pública.
Luis Alberto Quevedo*, Página 12. Conocimos en estos días una canallada periodística. Todo comenzó con la revista Noticias de la semana pasada y continuó con Periodismo para todos en el Canal 13. Luego se multiplicó en todas las licencias y medios que tiene el grupo Clarín más el grupo Perfil y el diario La Nación. Una operación que tuvo múltiples victimarios y una sola víctima: un periodista radial con algo de historia televisiva y con antecedentes en el periodismo gráfico (autor de varios libros y de numerosas columnas en diarios y revistas), el periodista se llama Víctor Hugo Morales, es uruguayo de nacimiento y argentino por adopción.
La operatoria de la acusación tiene la marca inconfundible del modo en que Jorge Lanata construye su discurso periodístico. La fórmula se repite y suele ser así: sustraer todo acontecimiento de su historia; despojar a los hechos de todo contexto; sacar una foto y quemar la película; recortar la realidad hasta transformarla en un solo momento, en una foto, en una frase acusatoria que justifica, por sí sola, la hoguera en la plaza pública... Y luego viene el remate que ya resulta monótono y se resume a veces en una sola palabra y otras veces se extiende a dos o tres: “¡roban!” (y la claque del canal ríe); “¡son corruptos!”; “¡mienten!”; “¡son autoritarios y prepotentes!” (dichas así, con énfasis y con la indignación de una dama que se ubica en la platea baja del Colón para juzgar con violencia a gobernantes ladrones y sirvientes del poder que se aprovechan). Toda la complejidad de la política, de los procesos históricos, de las aristas múltiples que tiene la realidad o la vida de un hombre se reduce a un razonamiento simple, chato, lineal y monotemático: “¡Lo hacen por dinero, para quedarse con nuestro dinero, o con el de los jubilados, que se mueren de hambre!”. Fin del pensamiento político. Fin de la investigación periodística. Fin de la inteligencia...
Eso han hecho con la historia, el prestigio, la vida y la trayectoria profesional y personal de Víctor Hugo Morales usando dos fotos y una grabación. ¿Cuáles son las fotos? ¿Qué fue lo que dijo? En 1977 jugó al fútbol en un cuartel y participó de la despedida de un mayor del ejército que partía en misión a la India: las dos fotos son del acto de despedida, el discurso es el de quien pide “un aplauso para el asador”, como el mismo VHM lo ha definido. Eso es todo. Pero ¿hay más? Sí, por ejemplo, en el año 77 Uruguay jugó las Eliminatorias para el Mundial del 78. El último partido fue en Caracas y la celeste quedó fuera del Mundial que se jugó en Argentina. VHM cerró la transmisión con un “Buenas noches, país del dolor”. Muchas veces el relator hizo esto: decir al aire pequeños mensajes que contaran la realidad de ese país que ocultaba la dictadura. Regresó a Montevideo y se lo llevaron preso a un cuartel: tenía que dar explicaciones por esa frase. Estuvo preso en 1977 y varias veces más.
En el año 80, cuando los militares organizaron el “Mundialito” para llenar de alegrías a un país del dolor y aprobar ese mismo año una nueva Constitución para justificar a la dictadura, VHM se negó a transmitir la ceremonia inaugural y no puso nunca al aire la marchita que los militares prepararon para ese evento. Uruguay ganó el torneo y hubo festejos públicos, los militares perdieron el plebiscito y hubo festejos con los dientes apretados y VHM terminó otra vez preso. Lo visitaron en la cárcel Adrián Paenza y Fernando Niembro y le propusieron venir a Buenos Aires a trabajar. En 1981, VHM se instaló definitivamente en el país y se quedó hasta ser el relator deportivo más importante. Desde aquí, apoyó activamente las campañas electorales de los candidatos presidenciales del Frente Amplio, Tabaré Vázquez y José Pepe Mujica.
El 25 de agosto de 2010, TN transmitió una charla entre Jorge Lanata y Ernesto Tenembaum donde estos dos periodistas, que alguna vez formaron parte del periodismo progresista y renovador de nuestro país, deciden explicar ante las cámaras por qué están del lado del poderoso Clarín. El mismísimo Clarín, el grupo económico y mediático que fue denunciado por ellos mismos en distintas oportunidades por sus posiciones monopólicas. El argumento lo propone Lanata y como siempre es simple y lineal: en la pelea con el Gobierno, Clarín es el más débil. Fin de la argumentación.
El más débil en una contienda es el que tiene la razón: éste es el razonamiento de los dos hombres de Clarín. Y, como siempre, todo sin historia, sin pasado, sin considerar que existen otros poderes que compiten con los gobiernos y sin mostrar, una vez más, la película completa. Y en el caso de Víctor Hugo frente a los poderosos propietarios de (casi todos) los medios en Argentina, ¿quién es el débil? ¿otra vez Clarín/Perfil/La Nación? No parece creíble. Por eso hay que cambiar el argumento, pero no para complejizar el juicio, sino para volver a simplificarlo: esas dos fotos y esa grabación nos dicen que VHM fue un colaborador de la dictadura. Punto. Cuando Lanata lo dijo en la noche del domingo pasado en Canal 13 no hubo risas de fondo. Ni siquiera la de aquellos que están ahí sólo para reírse y aplaudir. Algo les dijo que el periodista devenido cómico había cruzado una línea, un punto de no retorno, un límite no sólo de la labor periodística sino de la ética más elemental. Y estaban en lo cierto, era un momento triste de nuestra televisión. Un momento para no reírse.
* Sociólogo. Investigador de Flacso y profesor de la UBA.
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