Barras vs. estrellas
Marcos Salomón
El shutdown. De un lado, la oposición republicana; del otro, el oficialismo demócrata. ¿Hay acaso dos EE. UU.? ¿Es como Argen y Tina? Una disputa en la que, en el medio, queda el mundo de desamparados, los que están fuera del sistema, los no tienen derecho a la salud. En definitiva, los seres humanos que viven en ese inmenso país.
Federal government shutdown. Televisión, radio, Internet, diarios, revistas, Youtube. De pronto, aunque no entendemos acabadamente qué significa podemos inferir por las imágenes y los relatos. Para decirlo correctamente, se trata del cierre de distintas administraciones federales del gobierno de Estados Unidos.
Al parecer, el Imperio está dispuesto a fagocitarse a sus ciudadanos. A sus propios hijos. A los mismos que les enseñó –o los atrajo– con el “sueño americano”, sin dudas, la gran droga legal más exitosa, por lo menos conocida hasta el momento.
De un lado, la oposición republicana. Del otro, el oficialismo demócrata. ¿Esto significa que hay dos USA? A manera de ejemplo, en el norte, EE., y en el sur, UU. (como para seguir la saga, al parecer inconclusa, de la llamada “guerra de secesión” por el modelo económico, con la excusa de abolir la esclavitud).
En medio de la disputa, el mundo de desamparados. Los que están fuera del sistema, de esos que abundan en los países pobres, otrora el Tercer Mundo –hoy países emergentes–. De esos que se cayeron de la vida, tal como recordamos los argentinos. Fue hace apenas doce años, en 2001. Cuando sólo se trata de “durar y transcurrir” y no de “honrar la vida”, como dice la canción.
Volviendo a los yanquis, no se ponen de acuerdo si los seres humanos que viven en ese inmenso país de más de 9 millones de kilómetros cuadrados –sean que los consideren legales o ilegales– tienen el derecho a acceder a la salud, en definitiva a tener un poco de la dignidad.
Para impedir la aplicación de una ley que permitiría a los ciudadanos de USA acceder a la salud, un representante republicano habló 22 horas seguidas con el solo objetivo de bloquear el tratamiento y aprobación del Presupuesto. Esta disputa política enojó a la Casa Blanca y decidir el “cierre parcial” de la Administración federal.
Pero, ¿se acaba EE. UU. tal y como la conocemos? ¿Mantendremos relaciones con EE. o con UU.? El mundo asiste espantado a la posibilidad de que antes de fin de mes, el Imperio no pueda pagar su deuda (ni elevar el piso de endeudamiento), pero ni le importa que un juez de Nueva York pueda hacer caer en default a la Argentina, que sí tiene una ley –y el dinero– para pagar su deuda.
En definitiva, no habrá disolución alguna de EE. UU. (como nosotros seguiremos viviendo en Argentina, sin necesidad de exiliarse en Argen ni en Tina). Ya en 1995-1996 sucedió algo similar con Bill Clinton. Pero lo de declarar el “cierre parcial” de la administración no es sólo cuestión de demócratas. Y a George Bush, al padre de la criatura, en 1990.
Antes, entre 1981 y 1987, el excowboy Ronald Reegan dictó ocho “cierres parciales” ante cualquier intento de demócratas o sus partidarios republicanos de aumentar el Presupuesto que debía permanecer con recortes para salir del déficit.
En la década del 70, Jimmy Carter (demócrata) tomó la misma decisión en dos años consecutivos: 1978 y 1979. Antes, en 1977 y 1976 la misma postura había adoptado Gerald Ford. Para decirlo sin rodeos: los únicos que van a perder son los ciudadanos, sobre todos aquellos empleados de las administraciones federales cerradas.
Sucede que este cierre temporal, provoca la baja que un gran número de empleados públicos, que no acuden a sus puestos de trabajo ni reciben una retribución monetaria por ello. El personal militar y los empleados esenciales no son dados de baja, pero puede que no se les pague el salario correspondiente a las jornadas que trabajen durante el cierre.
Al parecer, el Imperio está dispuesto a fagocitarse a sus ciudadanos. A sus propios hijos. A los mismos que les enseñó –o los atrajo– con el “sueño americano”, sin dudas, la gran droga legal más exitosa, por lo menos conocida hasta el momento.
De un lado, la oposición republicana. Del otro, el oficialismo demócrata. ¿Esto significa que hay dos USA? A manera de ejemplo, en el norte, EE., y en el sur, UU. (como para seguir la saga, al parecer inconclusa, de la llamada “guerra de secesión” por el modelo económico, con la excusa de abolir la esclavitud).
En medio de la disputa, el mundo de desamparados. Los que están fuera del sistema, de esos que abundan en los países pobres, otrora el Tercer Mundo –hoy países emergentes–. De esos que se cayeron de la vida, tal como recordamos los argentinos. Fue hace apenas doce años, en 2001. Cuando sólo se trata de “durar y transcurrir” y no de “honrar la vida”, como dice la canción.
Volviendo a los yanquis, no se ponen de acuerdo si los seres humanos que viven en ese inmenso país de más de 9 millones de kilómetros cuadrados –sean que los consideren legales o ilegales– tienen el derecho a acceder a la salud, en definitiva a tener un poco de la dignidad.
Para impedir la aplicación de una ley que permitiría a los ciudadanos de USA acceder a la salud, un representante republicano habló 22 horas seguidas con el solo objetivo de bloquear el tratamiento y aprobación del Presupuesto. Esta disputa política enojó a la Casa Blanca y decidir el “cierre parcial” de la Administración federal.
Pero, ¿se acaba EE. UU. tal y como la conocemos? ¿Mantendremos relaciones con EE. o con UU.? El mundo asiste espantado a la posibilidad de que antes de fin de mes, el Imperio no pueda pagar su deuda (ni elevar el piso de endeudamiento), pero ni le importa que un juez de Nueva York pueda hacer caer en default a la Argentina, que sí tiene una ley –y el dinero– para pagar su deuda.
En definitiva, no habrá disolución alguna de EE. UU. (como nosotros seguiremos viviendo en Argentina, sin necesidad de exiliarse en Argen ni en Tina). Ya en 1995-1996 sucedió algo similar con Bill Clinton. Pero lo de declarar el “cierre parcial” de la administración no es sólo cuestión de demócratas. Y a George Bush, al padre de la criatura, en 1990.
Antes, entre 1981 y 1987, el excowboy Ronald Reegan dictó ocho “cierres parciales” ante cualquier intento de demócratas o sus partidarios republicanos de aumentar el Presupuesto que debía permanecer con recortes para salir del déficit.
En la década del 70, Jimmy Carter (demócrata) tomó la misma decisión en dos años consecutivos: 1978 y 1979. Antes, en 1977 y 1976 la misma postura había adoptado Gerald Ford. Para decirlo sin rodeos: los únicos que van a perder son los ciudadanos, sobre todos aquellos empleados de las administraciones federales cerradas.
Sucede que este cierre temporal, provoca la baja que un gran número de empleados públicos, que no acuden a sus puestos de trabajo ni reciben una retribución monetaria por ello. El personal militar y los empleados esenciales no son dados de baja, pero puede que no se les pague el salario correspondiente a las jornadas que trabajen durante el cierre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario