Avanti, Morocha
José Luis Brés Palacio
Triunfó Cristina Fernández de Kirchner. Ahora, viene el tiempo del análisis y, lo peor, de los analistas. Hoy, no es para mí un día para pensar, sino para sentir. O, mejor dicho, hoy no quiero pensar. Quiero sentir. A los apólogos apocalípticos de lo político, el pueblo argentino les dio hoy, 23 de octubre de 2011, un histórico sopapo ideológico.
Escribo desde el cristinismo no peronista. Las elecciones presidenciales 2011 no fueron otra cosa que la crónica del triunfo anunciado de Cristina Fernández de Kirchner. Ahora, viene el tiempo de los análisis y, lo peor, de los analistas. Y vendrán con sus virtudes y defectos de siempre. Respetables, algunos. Execrables, otros. Pero, todos me olieron siempre distanciados y distantes de lo que llaman con el eufemístico “la gente”. Hoy, no es para mí un día para pensar, sino para sentir. O, mejor dicho, hoy no quiero pensar. Quiero sentir. Y hacerlo junto a eso de lo que hoy me siento pertenecer: el pueblo.Y es la hora del pueblo. Un pueblo que demostró en las urnas, con una contundencia inédita en nuestra historia, que no sólo apoyan un rumbo, sino que esperan que se profundice lo que se dio en llamar “el modelo nacional y popular”.
A los apólogos apocalípticos de lo político, el pueblo argentino les dio un histórico sopapo ideológico. Porque no hay sino ideología, junto con otros ingredientes, en el voto de hoy, 23 de octubre de 2011. Si en las campañas electorales los candidatos nos bombardean con propuestas, en esta campaña hubo una polarización alrededor de un proyecto, un modelo. Palpable, concreto, evidente.
Vendrá muy pronto el tiempo de pensar cómo, cada uno desde su lugar, contribuye para seguir profundizando un modelo convocando a la inclusión, a la integración continental, a la justicia social, en definitiva, al progreso desde su más humana y política concepción.
Avanti, Morocha.
Pero, claro. Hoy, quiero festejar. Y punto.
Escribo desde el cristinismo no peronista. Las elecciones presidenciales 2011 no fueron otra cosa que la crónica del triunfo anunciado de Cristina Fernández de Kirchner. Ahora, viene el tiempo de los análisis y, lo peor, de los analistas. Y vendrán con sus virtudes y defectos de siempre. Respetables, algunos. Execrables, otros. Pero, todos me olieron siempre distanciados y distantes de lo que llaman con el eufemístico “la gente”. Hoy, no es para mí un día para pensar, sino para sentir. O, mejor dicho, hoy no quiero pensar. Quiero sentir. Y hacerlo junto a eso de lo que hoy me siento pertenecer: el pueblo.Y es la hora del pueblo. Un pueblo que demostró en las urnas, con una contundencia inédita en nuestra historia, que no sólo apoyan un rumbo, sino que esperan que se profundice lo que se dio en llamar “el modelo nacional y popular”.
A los apólogos apocalípticos de lo político, el pueblo argentino les dio un histórico sopapo ideológico. Porque no hay sino ideología, junto con otros ingredientes, en el voto de hoy, 23 de octubre de 2011. Si en las campañas electorales los candidatos nos bombardean con propuestas, en esta campaña hubo una polarización alrededor de un proyecto, un modelo. Palpable, concreto, evidente.
Vendrá muy pronto el tiempo de pensar cómo, cada uno desde su lugar, contribuye para seguir profundizando un modelo convocando a la inclusión, a la integración continental, a la justicia social, en definitiva, al progreso desde su más humana y política concepción.
Avanti, Morocha.
Pero, claro. Hoy, quiero festejar. Y punto.
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