Lumpemperiodismo
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Por su falta de conciencia de clase, el lumpen era presa fácil de la burguesía y la aristocracia, y, por tanto, funcional a ellas. Jorge Lanata trató de lúmpenes a los dos jóvenes millonarios que le dieron letra para su investigación sobre "el dinero K" y después negaron todo. Citó los casos de corrupción que él denunció en Crítica. No así lo que publicó contra Clarín, en junio de 2008. ¿Lumpen?
La palabra lumpen es un acortamiento del sustantivo lumpemproletariado,
que, según el Diccionario de la lengua
española, designa a la ‘capa social más baja y sin conciencia de clase’.
María Moliner, en su Diccionario de uso
del español, lo define así: ‘actualmente, se usa para designar a los grupos
sociales más marginados’.
*El 18 de brumario de Luis Bonaparte.
La Real Academia Española (RAE) toma del marxismo la característica
esencial de esos grupos marginales: la falta de conciencia de clase. Carlos
Marx, que incluye en esa categoría a “aventureros de la burguesía, vagabundos,
timadores, saltimbanquis, carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños
de burdeles, escritorzuelos, traperos, afiladores, caldereros, mendigos”, dice
que con ellos Luis Bonaparte había fundado la Sociedad del 10 de diciembre,
cuyos componentes sentían “la necesidad de beneficiarse a costa de la nación
trabajadora” (*).
En definitiva, el lumpen, por su falta de conciencia de clase, era presa
fácil de los sectores burgueses y aristocráticos y, por tanto, funcional a los
intereses de esas clases.
En su segundo programa del año, Jorge Lanata, que conduce Periodismo para todos en Canal 13, trató de lúmpenes a Leonardo
Fariña y Federico Elaskar, los jóvenes millonarios que le habían dado
información sobre supuestas operaciones de lavado de dinero por parte del
empresario Lázaro Báez, en lo que la prensa opositora presentó como la
investigación periodística del año.
Los dos protagonistas centrales de la investigación sobre la denominada
“ruta del dinero K” salieron después a desmentir lo que le habían confesado a
Lanata, quien eligió entonces la palabra lumpen para descalificarlos. ¿Qué
quiso decir el paladín de Clarín al tratar así a Fariña y Elaskar? ¿Acaso que
ellos son dos saltimbanquis funcionales al poder?
En ese mismo programa, Lanata defendió su credibilidad y se atribuyó una
lista de denuncias de casos de corrupción, que van desde la leche en mal estado
vendida al Estado por Miguel Ángel Vico y Carlos Spadone, durante el menemismo,
hasta la bolsa con dinero encontrada en el despacho de Felisa Miceli, cuando
era ministra de Economía. Sin embargo, no nombró su denuncia por lavado contra la cúpula del grupo Clarín, cuando él dirigía el diario Crítica.
Más allá de su puesta en escena impregnada con la purpurina del show
televisivo, lo que lo hace poco creíble a Lanata es que él trabaja ahora para
un grupo empresario que está enfrentado al gobierno de Cristina Fernández por
una ley que, gracias al poder del monopolio, está frenada hace cuatro años.
Así, a Lanata le cabe, como a muchos otros periodistas del monopolio, la
pregunta de ¿y por casa cómo andamos? Corrupción, lavado de dinero, apriete son
palabras que Lanata no puede reservarlas solo para el Gobierno. Él, de acuerdo
con el concepto marxista, es también un lumpen. Y lo que hace,
lumpemperiodismo.
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