La prensa buitre
Afiches en apoyo del Gobierno. | AFP.
Fito Paniagua | Contacto
▪ La idea de la rendición humillante de la Argentina ante los fondos especuladores, considerada en The New York Times, entusiasma a gran parte del periodismo opositor. Mientras la posición argentina se alza como un modelo en la batalla por la soberanía, los medios interesados en destruir el gobierno de CFK amedrentan con los peores presagios.
“Con
300 empleados, el fondo del multimillonario Paul Singer ha forzado a Argentina,
una nación de 40 millones de personas, a retroceder hasta una posición en la
que ahora debe considerar la posibilidad de una rendición humillante”. Así
consideró The New York Times, en unos
de sus blogs económicos, la falta de acuerdo del Gobierno argentino con los
fondos buitre.
La
idea de la rendición humillante es la que entusiasma a gran parte de la prensa y
de la oposición política argentinas, interesadas en que el gobierno de Cristina
Fernández termine de la peor manera, aun cuando eso signifique otro 2001.
Patricia
Bullrich comentó en su cuenta de Twitter (@PatoBullrich): “Se derrumbó otro hito del relato? La
mejor negociación de la deuda de la historia
término en default. Este default lleva el sello de la ineptitud
kirchnerista para manejar cuestiones de Estado”.
Si
no fuera porque ocupó el cargo de ministra de Trabajo del gobierno de Fernando
de la Rúa, no valdría la pena detenerse en este personaje menor de la política
argentina. Lo de Bullrich es el epítome de la desvergüenza de ciertos
dirigentes que fueron parte de los gobiernos que llevaron al país,
primero a endeudarse como se endeudó –como el Blindaje y el Megacanje de De la
Rúa– y segundo, a la situación de crisis como la de 2001, cuando todo estalló
por los aires.
Entre
los desvergonzados deben sentirse incluidos todos los radicales y el peronismo
nostálgico del menemismo agrupado hoy alrededor del gobernador cordobés José
Manuel de la Sota, Francisco de Narváez y los Rodríguez Saá.
Bullrich,
reconocida por haber descontado el 13% a estatales y jubilados en los tiempos
de ajuste neoliberal, y por su carácter acomodaticio (pasó por todos los
partidos políticos y alianzas de los que se tenga memoria), ya no es un caso de
diván sino de ingenieros expertos en resistencia de materiales, por la extrema
dureza de su rostro.
Con
excepción de Ricardo Alfonsín y Martín Lousteau, quienes advirtieron sobre el
riesgo de cumplir con el fallo del juez neoyorquino Thomas Griesa –que obliga a pagar a los holdouts el 100% de lo que reclaman–, el resto de la dirigencia de
FA-UNEN se mostró sensible a los buitres. El más afligido fue el apóstata Julio
Cobos, quien aconsejó pagar una caución del 30 por ciento como prueba de que la
Argentina estaba dispuesta a pagar todo lo que le exigían. En la misma línea,
Margarita Stolbizer y Elisa Carrió aprovecharon para sembrar pánico en una
población acongojada por un bombardeo mediático. Por derecha, Mauricio Macri y
Sergio Massa también avalaron la idea de pagar sí o sí, tal como resume un artículo de la revista Veintitrés.
Columnistas,
analistas y opinadores circunstanciales no se privaron de mostrarse indignados
por las críticas del Gobierno al juez Griesa y reclamaron para él un trato
cordial y amigable. Esa
posición revela no solo la condición de cipayos de ciertos sectores, sino
también la admisión de que el juez, idolatrado acá por su supuesta
“independencia”, es permeable a las opiniones políticas, algo que esos mismos
sectores no admitirían para un juez argentino.
Por
si fuera poco, los que exigen cordialidad y respeto son los mismos que no
tuvieron reparos en tratar de “loca” a la presidenta, de abonar constantemente
la imagen de una mujer desequilibrada y sin contención emocional, un perfil que
en la calle se tradujo en yegua, cretina y tantos otros epítetos con los que
los sectores reaccionarios descargan su resentimiento.
Mientras
en la Argentina se festejaba un posible default,
en un programa de la cadena Telesur, Mesa redonda internacional, se debatía
el caso argentino, presentándolo como un modelo de valentía en la lucha contra
la especulación financiera. Es una batalla por la soberanía, se dijo. Y eso es
lo que es.
Sin
embargo, en la Argentina, los medios dominantes tiñeron todo de “fracaso” del
Gobierno, se afanan en convencer de que el país está en default pese a que pagó a los bonistas que aceptaron los dos
procesos de reestructuración de deudas, y, aun cuando hay solvencia, amedrentan
con los peores presagios.
Raúl Dellatorre advierte hoy en Página 12:
“El Gobierno deberá lidiar con esa ofensiva que busca alejar a inversores,
desalentar las compras de bienes durables de los consumidores, alentar las
compras especulativas de divisas y la fuga u ocultamiento de activos, además de
las subas ‘preventivas’ de precios. Es la receta clásica del menú de
desestabilización financiera, que ahora busca encontrar en la falsa declaración
de ‘default’ su elemento disparador”.
La
excitación que provoca en algunos la posibilidad (incierta) de que el país
vuelva a volar por los aires y llevarse puesto al gobierno de Cristina, como
ocurrió con el anodino De la Rúa, va acompañada de la propuesta más o menos solapada
de que la Argentina retome el camino del endeudamiento eterno y la sumisión a
las recetas del FMI.
La
mirada interesada de prensa porteña de alcance nacional se reproduce sin filtro
alguno en la de esta región del país. Pasa en verdad con todo el discurso
dominante. Una radio líder de Corrientes entrevistó hace unos días a un
periodista desde Israel que justificó los miles de muertos palestinos en los
bombardeos israelíes en la alta densidad poblacional de la Franja de Gaza.
Nadie de la mesa radial, comandada por un “prócer” del periodismo correntino,
fue capaz de reaccionar ante tamaña afrenta.
Las
cosas se presentan tan sesgadas que, para muchos, los fondos buitre son hoy
generosos señores que confiaron en el país y resultaron estafados por un
gobierno que, encima, no quiere cumplir la sentencia de un juez de Nueva York. Pura
herejía.
La
manera brutal con que algunos entienden el tema se sintetiza en dos comentarios
que dejaron en la edición digital del diario La Nación: “Pagá, cerda”. “Ojala que el país entre en default así
colapsa todo de una vez por todas y arrastra al gobierno de la inmunda, junto
con una buena parte de las lacras mantenidas que la votaron”.
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