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2.8.14

La prensa buitre


Afiches en apoyo del Gobierno. | AFP.





Fito Paniagua | Contacto



La idea de la rendición humillante de la Argentina ante los fondos especuladores, considerada en The New York Times, entusiasma a gran parte del periodismo opositor. Mientras la posición argentina se alza como un modelo en la batalla por la soberanía, los medios interesados en destruir el gobierno de CFK amedrentan con los peores presagios. 

“Con 300 empleados, el fondo del multimillonario Paul Singer ha forzado a Argentina, una nación de 40 millones de personas, a retroceder hasta una posición en la que ahora debe considerar la posibilidad de una rendición humillante”. Así consideró The New York Times, en unos de sus blogs económicos, la falta de acuerdo del Gobierno argentino con los fondos buitre.
La idea de la rendición humillante es la que entusiasma a gran parte de la prensa y de la oposición política argentinas, interesadas en que el gobierno de Cristina Fernández termine de la peor manera, aun cuando eso signifique otro 2001.
Patricia Bullrich comentó en su cuenta de Twitter (@PatoBullrich): “Se derrumbó otro hito del relato? La mejor negociación de la deuda de la historia  término en default. Este default lleva el sello de la ineptitud kirchnerista para manejar cuestiones de Estado”.
Si no fuera porque ocupó el cargo de ministra de Trabajo del gobierno de Fernando de la Rúa, no valdría la pena detenerse en este personaje menor de la política argentina. Lo de Bullrich es el epítome de la desvergüenza de ciertos dirigentes que fueron parte de los gobiernos que llevaron al país, primero a endeudarse como se endeudó –como el Blindaje y el Megacanje de De la Rúa– y segundo, a la situación de crisis como la de 2001, cuando todo estalló por los aires.
Entre los desvergonzados deben sentirse incluidos todos los radicales y el peronismo nostálgico del menemismo agrupado hoy alrededor del gobernador cordobés José Manuel de la Sota, Francisco de Narváez y los Rodríguez Saá.
Bullrich, reconocida por haber descontado el 13% a estatales y jubilados en los tiempos de ajuste neoliberal, y por su carácter acomodaticio (pasó por todos los partidos políticos y alianzas de los que se tenga memoria), ya no es un caso de diván sino de ingenieros expertos en resistencia de materiales, por la extrema dureza de su rostro.
Con excepción de Ricardo Alfonsín y Martín Lousteau, quienes advirtieron sobre el riesgo de cumplir con el fallo del juez neoyorquino Thomas Griesa  –que obliga a pagar a los holdouts el 100% de lo que reclaman–, el resto de la dirigencia de FA-UNEN se mostró sensible a los buitres. El más afligido fue el apóstata Julio Cobos, quien aconsejó pagar una caución del 30 por ciento como prueba de que la Argentina estaba dispuesta a pagar todo lo que le exigían. En la misma línea, Margarita Stolbizer y Elisa Carrió aprovecharon para sembrar pánico en una población acongojada por un bombardeo mediático. Por derecha, Mauricio Macri y Sergio Massa también avalaron la idea de pagar sí o sí, tal como resume un artículo de la revista Veintitrés. 
Columnistas, analistas y opinadores circunstanciales no se privaron de mostrarse indignados por las críticas del Gobierno al juez Griesa y reclamaron para él un trato cordial y amigable. Esa posición revela no solo la condición de cipayos de ciertos sectores, sino también la admisión de que el juez, idolatrado acá por su supuesta “independencia”, es permeable a las opiniones políticas, algo que esos mismos sectores no admitirían para un juez argentino.
Por si fuera poco, los que exigen cordialidad y respeto son los mismos que no tuvieron reparos en tratar de “loca” a la presidenta, de abonar constantemente la imagen de una mujer desequilibrada y sin contención emocional, un perfil que en la calle se tradujo en yegua, cretina y tantos otros epítetos con los que los sectores reaccionarios descargan su resentimiento.
Mientras en la Argentina se festejaba un posible default, en un programa de la cadena Telesur, Mesa redonda internacional, se debatía el caso argentino, presentándolo como un modelo de valentía en la lucha contra la especulación financiera. Es una batalla por la soberanía, se dijo. Y eso es lo que es.
Sin embargo, en la Argentina, los medios dominantes tiñeron todo de “fracaso” del Gobierno, se afanan en convencer de que el país está en default pese a que pagó a los bonistas que aceptaron los dos procesos de reestructuración de deudas, y, aun cuando hay solvencia, amedrentan con los peores presagios.
Raúl Dellatorre advierte hoy en Página 12: “El Gobierno deberá lidiar con esa ofensiva que busca alejar a inversores, desalentar las compras de bienes durables de los consumidores, alentar las compras especulativas de divisas y la fuga u ocultamiento de activos, además de las subas ‘preventivas’ de precios. Es la receta clásica del menú de desestabilización financiera, que ahora busca encontrar en la falsa declaración de ‘default’ su elemento disparador”. 
La excitación que provoca en algunos la posibilidad (incierta) de que el país vuelva a volar por los aires y llevarse puesto al gobierno de Cristina, como ocurrió con el anodino De la Rúa, va acompañada de la propuesta más o menos solapada de que la Argentina retome el camino del endeudamiento eterno y la sumisión a las recetas del FMI. 
La mirada interesada de prensa porteña de alcance nacional se reproduce sin filtro alguno en la de esta región del país. Pasa en verdad con todo el discurso dominante. Una radio líder de Corrientes entrevistó hace unos días a un periodista desde Israel que justificó los miles de muertos palestinos en los bombardeos israelíes en la alta densidad poblacional de la Franja de Gaza. Nadie de la mesa radial, comandada por un “prócer” del periodismo correntino, fue capaz de reaccionar ante tamaña afrenta.
Las cosas se presentan tan sesgadas que, para muchos, los fondos buitre son hoy generosos señores que confiaron en el país y resultaron estafados por un gobierno que, encima, no quiere cumplir la sentencia de un juez de Nueva York. Pura herejía.
La manera brutal con que algunos entienden el tema se sintetiza en dos comentarios que dejaron en la edición digital del diario La Nación: “Pagá, cerda”. “Ojala que el país entre en default así colapsa todo de una vez por todas y arrastra al gobierno de la inmunda, junto con una buena parte de las lacras mantenidas que la votaron”. 

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