Charlie Hebdo y el contexto del que no se quiere hablar
Je suis Charlie, en Roma. | Reuters.
Fito Paniagua | Contacto
▪ La prensa corporativa argentina reaccionó brutalmente ante un tuit de la decana de Periodismo de la UNLP sobre el cruento ataque al semanario francés. La simplificación extrema de los hechos, el arma de combate del periodismo anti-K, se apoderó otra vez de los titulares y de los análisis. Los medios hegemónicos y el engranaje generador de violencia.
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En medio de la conmoción mundial por el atentado al semanario francés Charlie Hebdo, la corporación mediática argentina se ensañó esta vez con la decana de la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata, Florencia Saintout, por haber tuiteado: “Los crímenes jamás tienen justificaciones, pero sí tienen contextos”.
El elenco estable anti-K de los principales medios de
comunicación argentinos condenó a Saintout como si hubiera justificado la
matanza en Charlie
Hebdo –donde, en la mañana del 7 de enero en París, fueron asesinados periodistas, dibujantes y policías–, en otra
muestra más de que, para la prensa corporativa, el fin justifica los medios.
El diario La Nación,
que cada tanto hace tropezar el ejercicio del periodismo contra su pensamiento
reaccionario, calificó el tuit de la decana de Periodismo de “polémico” (¿!).
En el programa 6,7,8,
por la TV Pública, Saintout aclaró
más tarde lo que no era necesario, al menos para cualquier persona medianamente
informada. “Lo hay que pensar es por qué sucede lo que sucede”, dijo, para quienes
no entendieron el tuit.
Los crímenes jamás tienen justificaciones pero si tienen contextos
— Florencia Saintout (@fsaintout) enero 8, 2015
Quien escribe esta columna no está en condiciones de contextualizar las 56 horas de extrema tensión que se vivieron en Francia, que dejaron 20 muertos desde el cruento ataque a Charlie Hebdo del miércoles hasta la tarde del viernes, con la toma de rehenes en un supermercado judío y el asalto a la imprenta donde se habían refugiado los hermanos Kouachi, señalados como los autores del atentado a la revista satírica.
Sí lo está Luis Bruschtein, que en un artículo publicado hoy en Página 12, resume:
“El atentado criminal en Francia tiene una lógica de
nueva sociedad, de tensiones explosivas que acumula la dinámica de un
capitalismo voraz y depredador sin límite, que pone reglas para que las cumplan
los demás, pero que no está dispuesto a respetar. La violencia religiosa tiene
la misma raíz que la violencia narco. Los crímenes en Charlie Hebdo se
produjeron cuando todavía no se borraba el recuerdo de los 43 adolescentes
asesinados en México. El mismo absurdo, la misma barbarie, la misma
incongruencia deshumanizada. Son formas nuevas de violencia exponencial, sin
reparos, que cosifican a las víctimas y que no buscan una reivindicación social
o política, pero que están expresando consecuencias, subproductos, que fue
generando este nuevo orden mundial”.
Bruschtein advierte que el fanatismo religioso tiene “algún
ingrediente que lo hace complementario de la globalización y las nuevas
sociedades que produce el neoliberalismo de mercado”, pero “no es solamente
islámico sino también el fanatismo cristiano que controló gran parte del
gobierno de George Bush y el fanatismo religioso judío que tiene cada vez más
presencia militarista en el gobierno israelí”.
Y concluye: “Las formas de violencia como la que segó las
vidas de los adolescentes en México o de los humoristas en Francia ni siquiera
se plantean –aunque fuera en forma equivocada– transformar las sociedades que han
llevado a sus protagonistas a esas situaciones de víctimas o victimarios.
Las elites se sienten fuera del alcance de estos
fenómenos del narcotráfico y los fanatismos religiosos. La profundización de la
desigualdad va a generar grandes zonas donde estas formas de violencia serán
crónicas porque no implican riesgo para las estructuras de injusticia que las
originan, traspapelan el conflicto social y obstaculizan las políticas de
cambio que puedan impulsar movimientos políticos populares, como los que
aparecieron en América Latina”.
Entre los componentes de esa estructura generadora de
violencia están, sin duda, la gran mayoría de los medios de comunicación y la
corporación periodística, que, en su afán de banalizar todo, condenan a quienes
no se alinean a su estrategia de desinformación, una práctica que ellos les atribuyen al Gobierno y a los medios, periodistas, intelectuales y personalidades
que no comulgan con esa forma de barbarie en que devino el periodismo
hegemónico argentino.
La brutal agresión a Saintout se inscribe en esa lógica:
no hay contextos posibles para quienes se afanan en descontextualizar todo con
tal de desprestigiar a un gobierno, al que están enfrentados en defensa de intereses
económicos y no del periodismo ni de la libertad de expresión.
Justamente, la decana de la Facultad de Periodismo acertó
al señalar anoche que considerar que la matanza en Charlie Hebdo como un ataque a la libertad de expresión es un”
reduccionismo interesado”. “A los periodistas de acá les sirve para pegarle a
un gobierno. En nombre de la libertad de expresión, se dice cualquier cosa”,
agregó.
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