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El Pelafustán
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26.9.09

No la ven

Hernán Álvarez,
periodista



Una madre desalojada y sus hambrientos hijos tirados en el pavimento. Un abogado ex rugbier recién salido de la cama solar, Cúneo Libarona, en un modesto hotel céntrico, denuncia a Ricardo Colombi por enriquecimiento ilícito. El secretario privado del gobernador está preso por lo mismo. Una solicitada de su madre ruega por su libertad y le pide a Ricardo que deje de manejar la Justicia. La otra madre no sabe lo que es enriquecerse y resiste en su intento de conseguir una vivienda. No la ven.
Arturo Colombi acaba de prometerle 300 pesos a cada empleado público (son 75 mil) para que lo voten. El peronismo (¿peronismo?) que no termina de entrar en escena. Una denuncia de fraude que no surte efecto. La izquierda (¿la izquierda?) que nadie sabe dónde está. No la ven.
Un tenso clima de campaña electoral. Los sindicatos que no convocan a nadie. Un balotaje entre dos primos. Un ex gobernador condenado tres veces, en libertad. Su hermano, otro ex gobernador, lo defiende. La Justicia (¿la justicia?) afirma ser independiente. El gobernador entra al despacho del presidente de la Junta Electoral, un juez de la provincia. El gobernador se retira del despacho. Entra otro candidato a gobernador. La Justicia reitera que es independiente. No la ven.
Ricardo denuncia que quieren provocar la intervención federal número veinte para no dejarlo asumir. Tato Romero Feris denuncia que buscan meterlo preso. Su hermano lo defiende otra vez. Dos primos responden (¿responden?) a preguntas (¿preguntas?) sobre sus propuestas (¿propuestas?) para gobernar la provincia. Los escucha un centenar de correntinos “iluminados” en una modesta sala del Consejo de Ingenieros. No la ven.
La Justicia ratifica que la desalojó porque ocupada una vivienda ajena. Un ex comisario enjuiciado y detenido dice que no sabe dónde están los desaparecidos. Dos hermanos, muchos hermanos, piden justicia hace tres décadas. La madre sigue en la calle, la campaña electoral también. No la ven.
A otras miles tampoco. El abogado dice que trabaja gracias a muchas causas de corrupción en el país. En algunos casos acusa, en la mayoría defiende. La pelea por la fecha del carnaval es más fuerte. La madre y sus hijos desalojados rechazan ir a un albergue hasta que termine el balotaje. Siguen en la calle. Arturo habla de la unidad de la familia. Ricardo también. Los “iluminados” los miran. No la ven.
El 70 por ciento de los correntinos los vota. “Vuelve Ricardo”, “Estamos con Arturo”. No la ven.

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19.9.09

Corrientes, ¿hacia el último día y el primero de lo mismo?


Fito Paniagua

Pese a que era previsible que los hoy enfrentados primos Colombi iban a terminar disputándose la gobernación de Corrientes en segunda vuelta, los resultados de las elecciones del domingo 13 en esta provincia dejaron lugar para las sorpresas, todas ellas, malos tragos para Arturo Colombi, que intenta ser reelegido como gobernador, y duros golpes para quienes manejaron su aparatosa y millonaria, y por eso mismo inmoral, campaña electoral.
Arturo no sólo no ganó la primera vuelta, como insistió hasta último momento el consultor Luis Costa Bonino, responsable de la campaña del gobernador, sino que apenas entró en la segunda. Según el escrutinio provisorio, quedó a sólo 8 décimas del candidato kirchnerista Fabián Ríos, que se ubicó tercero y confía en poder desplazar al gobernador del balotaje si se recuentan bien los votos.
Los cómputos provisorios quedaron muy lejos de los números de Costa Bonino, que, en lo que fue uno de los papelones del domingo, le adjudicaban una victoria a Arturo con el 41 por ciento, a 10 puntos de Ricardo Colombi, lo que le hubiera permitido festejar su reelección esa misma noche. Al final, ganó Ricardo, ex gobernador y mentor de Arturo, por casi 5 puntos, y ahora todo se definirá el 4 de octubre, en el balotaje.
Pero las urnas le tenían preparada otra desagradable sorpresa al gobernador. Su candidato a intendente en la capital, Eduardo Tassano, perdió ante el debutante en política Carlos Espínola, un deportista orgullo correntino y nacional por sus medallas olímpicas. Costa Bonino le había adjudicado a Tassano un cómodo triunfo en el distrito más importante de la provincia.
Pese a que los resultados fueron parejos, el desempeño electoral de Arturo, radical aliado al vicepresidente Julio Cobos, representó una dura derrota, al punto que, ya en las primeras horas del lunes, cobró fuerza la versión, al final desmentida, de que el gobernador renunciaría a la segunda vuelta, emulando la cobarde deserción de Carlos Menem en 2003.
En la cúspide del poder político desde 2005, cuando sucedió a su primo Ricardo, Arturo apostó todo a su reelección, y todo significa dispendio de dinero, un montaje propagandístico desmedido en relación con su deslucida gestión (la única “gran” obra pública que pudo exhibir es la Costanera Sur, en la capital provincial) y el escandaloso financiamiento con fondos públicos a periodistas y a medios de comunicación. Según algunas denuncias, Arturo pagó en agosto 28 millones a empresas periodísticas, en concepto de publicidad oficial.
A través de un poderoso aparato de prensa y comunicación, que incluye una agencia de noticias paraestatal que entrena a jóvenes periodistas en perdularias prácticas, Arturo construyó una falsa imagen de líder popular y de una gestión de gobierno dinámica y de progreso. Sin embargo, el gobernador finaliza su mandato estigmatizado por la corrupción (su secretario privado está preso, acusado de enriquecimiento ilícito), los desbordes autoritarios, la improvisación, la inacción en áreas como salud y educación, la confrontación con los sindicatos de empleados estatales, la administración contable de la miseria... En definitiva, una forma sátrapa de ejercer el poder y de hacer política.
Arturo Colombi no representó ningún cambio para la agitada vida institucional de la provincia, que tuvo que soportar dos intervenciones federales desde la reinstauración democrática de 1983, la última, en 1999, dispuesta en medio de un grave cuadro de convulsión social que incluyó dos muertos.
En verdad, los primos Colombi tuvieron la oportunidad histórica de quebrar el sistema feudal imperante en la provincia. Sin embargo, optaron por su continuidad y, en algún sentido, por perpetuarlo. Claro que si se tiene en cuenta que ellos provienen de Mercedes, centro del conservadurismo ganadero y una de las localidades más atrasadas y pobres de la provincia, no habría que sorprenderse.
Con perfil de capanga, Arturo gobernó la provincia amparado en un entramado estatal perverso y venal, que funciona como un mecanismo de relojería. Una Legislatura que no legisla y que se dedica sólo a las componendas, un Poder Judicial que no imparte justicia, un Tribunal de Cuentas que no controla, un fiscal de Estado que actúa como abogado del gobernador… todo ensamblado con una resistente amalgama de devolución de favores, complicidades y encubrimientos.
Para colmo de males, en Corrientes, las únicas estructuras que podrían al menos corroer los cimientos de este entramado, las organizaciones civiles y la prensa, están desactivadas. En rigor, la sociedad civil, fragmentada y desestructurada, no puede, o no quiere, generar sus propias defensas contra un poder político y económico que somete a los sectores más débiles a todo tipo de padecimientos.
Timorato como es, el correntino medio acepta gustoso que una casta parasitaria y rapaz lo gobierne y decida su destino. Claro que bajo esa condición de imbele subyacen la incultura y el analfabetismo más estructural. Es más, el correntino se siente orgulloso de ser “bruto”, palabra que en Corrientes no quiere decir otra cosa que ignorante.
En cuanto a la prensa, vetusta y anquilosada en sus formas y contenidos, y con intereses sectoriales que defender, la prensa correntina omite deliberadamente las trapisondas y los chanchullos del poder y tiende a anclar en la sociedad a través de la profusa difusión de manifestaciones masivas de fe, como las peregrinaciones a la Basílica de Itatí y las fiestas populares del interior, siempre haciendo hincapié en la devoción católica y el apego idiosincrásico del correntino como fenómenos extraordinarios.
Con semejante cuadro, es muy difícil pensar que en Corrientes se puede generar un verdadero cambio desde lo que se denomina “dirigencia”. La alternancia en el poder político en estas tierras no es más que un cambio de figuras y nombres, retoques cosméticos. Los males de fondo, estructuras retrógradas institucionalizadas que horadan lo público y lo privado y profundizan el subdesarrollo económico y cultural, son una metástasis por ahora inextirpable.
Aun así, con los resultados electorales del domingo, se puede decir, con más de esperanza que de convicción, que la dirigencia política correntina ya no tiene la vaca tan atada. Y digo, nótese, “tan” atada. Porque, después de todo, el casi seguro retorno de Ricardo Colombi al poder (todo indica que él ganará la segunda vuelta) no alienta a imaginar en Corrientes una especie de perestroika.
Por el contrario, de ganar Ricardo, es probable que la retirada de Arturo se dé con un pacto de impunidad, a fin de asegurar eso que suelen llamar “gobernabilidad”, que no es otra cosa que hacer la vista gorda de graves desaguisados para evitar que el estallido de complicidades y connivencias termine salpicando a todos.
Quizá valga la pena aquí recordar lo que cuenta Eduardo Galeano en La independencia que no fue, en su obra Espejos, a modo de proyección de lo que podría ocurrir en Corrientes el 10 de diciembre si todo se define como se prevé. “El 10 de agosto de 1809, mientras la ciudad de Quito celebraba la liberación, alguna mano anónima había escrito en un muro: Último día del despotismo y primero del mismo”.

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13.9.09

Hechos y preguntas


José Luis Brés Palacio

Hecho
La radiodifusión argentina está legislada aún por una legislación de la última dictadura cívico-militar.
Pregunta
¿Hay razón para que, a más de 25 años de democracia, esta situación continúe vigente?
Hecho
El menemato consumó en los 90, en complicidad con sus “socios ideológicos” del grupo Clarín, entre otros, la posibilidad de que éste perpetrara una concentración pornográfica de empresas de medios de comunicación masiva.
Pregunta
¿La concentración monopólica, en cualesquiera de las áreas de la sociedad, no se da de bruces con los principios democráticos más elementales?
Hechos
Desde que se inició el mandato de Cristina Fernández, los medios del grupo Clarín han intentado crear la imagen de la primera mandataria nacional como el pararrayos de todo lo indeseable. Para ello, no han escatimado esfuerzos ni palabras. Su “alianza” con cualquier sector que se opusiera al Gobierno es tan obvia como grosera. Con las palabras, no fueron menos vulgares. Convirtieron, a través de la palabra, al conflicto de los exportadores de soja en un problema de todos los argentinos. Intentaron colgar del cuello de la presidenta el cartel de “enemiga número uno del pueblo”. El material que se utilizaba en talleres con docentes respecto de la educación sexual convirtió a Cristina (para el grupo Clarín y lo más recalcitrante de la derecha argentina) en algo así como una “degenerada irredimible”. Sólo les falta tildarla de “botinera”, “drogona” y quién sabe cuántas falacias más.
Pregunta
¿Hasta cuándo el grupo Clarín seguirá escondiéndose tras los eufemismos cuando lo que realmente lo tiene “irritado” es la posibilidad de que el Parlamento apruebe una ley de radiodifusión que “atenta” contra sus intereses de empresa?
Otra pregunta
¿Hasta cuándo seguirá tratando el grupo Clarín de convencer que la libertad de prensa es “su” libertad de empresa?
Hecho
La sociedad argentina merece una ley de medios audiovisuales que contemple los nuevos avances tecnológicos en el área tras la irrupción de la red de redes (internet).
Preguntas
¿Cuál será el ataque ahora? Por el proyecto de ley de medios audiovisuales, ¿tildarán a la presidenta de “tarada esnobista”?
Hecho
Tras la presentación del proyecto de ley de medios audiovisuales por parte del Poder Ejecutivo Nacional, los argentinos conoceremos por primera vez en nuestra historia una ley que regule democráticamente los medios que transmiten información a la sociedad en su conjunto.
Preguntas
¿Seguirá el grupo Clarín intentando parapetarse tras las palabras?, ¿continuará tratando que los argentinos creamos que el bien común, el derecho a la información y la distribución equitativa de la “palabra pública” tienen como única manifestación la de sus espurios intereses económico-financieros?
Hecho
Aún los estados contemporáneos de sociedades ultracapitalistas, atacan severamente la constitución de monopolios sin que la prensa tilde a esos gobiernos de autoritarios y censuradores.
Pregunta
La derecha vernácula, ¿qué tipo de excusas esgrimirá para seguir sosteniendo lo indefendible de sus aliados de turno?
Hecho
El grupo Clarín y sus socios procuran que su voz siga siendo la única con derecho a ser escuchada.
Pregunta
¿Será que los argentinos, todos los argentinos, asumiremos de una buena vez y por todas que en el aire de nuestro país merecen escucharse todas las voces?

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12.9.09

Deleznable embestida de la oposición y la prensa


Fito Paniagua

Desde que se desató el conflicto entre el Gobierno y el “campo” (palabra que el periodismo usa para referirse a la patronal ruralista), a principios de 2008, la oposición y la prensa ligada a los sectores más reaccionarios de Argentina lanzaron una ofensiva contra la presidenta Cristina de Kirchner con golpes tan burdos y montaraces que, si no fuera por que están en juego las instituciones de la república y el futuro del país, nadie podría tomárselos en serio.

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8.9.09

El sentido de la pelea por la ley de medios

Hernán Álvarez,
periodista



La derecha argentina, que defiende con uñas y dientes el monopolio del discurso en su poder, intenta por estos días acabar con un debate político que lleva tres décadas y que está legitimado académicamente en todas las universidades públicas del país.
La ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que impulsa el gobierno nacional y que pretende regular el acceso y la propiedad de los medios de comunicación, es reclamada desde el regreso de la democracia para reemplazar la norma impuesta por la dictadura, que, desde sus modificaciones durante los 80 y 90, les permite a las grandes empresas tener la propiedad absoluta del discurso en los procesos de comunicación masiva en este país.
El proyecto oficial que debate el Congreso argentino prevé limitar la tenencia de medios a través de una cantidad determinada de licencias de señales de radio y televisión por empresas, límites que constituyen el punto central, el más reclamado de todos, de esta pretendida norma.
Desde 1983, la famosa ley de Videla fue modificada en varias oportunidades por presiones de los propietarios de los grandes medios ante los presidentes Raúl Alfonsín y Carlos Menem. En octubre de 1996, Menem abortó la minúscula participación que tenían las cooperativas sociales de acceder a licencias de radios, con un retoque al artículo 45 de la norma y dio paso a la conformación del más gigantesco monopolio de medios de América latina: Clarín.
Limitar la cantidad de licencias significa llevar a la práctica la pluralidad comunicativa, en un contexto de construcción democrática y en un proyecto de país que busque y concrete la igualdad para todos los sectores de la sociedad frente a la comunicación masiva.
La vigencia de la ley de facto significa mantener “zona liberada” para los grupos económicos en el control de la información, en el control de la práctica comunicativa y, por lo tanto, en el control del proceso de producción de sentido de un país.
La comunicación es el sentido del hombre que vive por y para la comunicación. La cultura no es, ni más ni menos, que el proceso de producción de ese sentido. Son los grandes grupos económicos los que elaboran y reelaboran las prácticas comunicativas de este país, son los que dicen, hacia adentro y hacia a fuera de él, cómo es la Argentina, quiénes viven en ella y de qué color de piel son sus habitantes.
Entonces, resulta absolutamente antidemocrático que los monopolios de los medios de comunicación masiva sigan protegidos por la ley de facto, no sólo por el origen de ésta en dictadura, sino también por la sencilla razón de que resulta antidemocrático que un monopolio tenga en sus manos ese proceso de producción de sentido que no es otra cosa que la cultura.
Ésta es, quizá, la síntesis más sencilla que pueda hacerse en defensa del democrático proyecto de ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, sin entrar a analizar el discurso racista de los principales grupos, como el caso de Clarín.
Clarín, que se presenta ante la sociedad como el Gran Arzobispado o la Gran Corte Suprema Argentina, es el principal grupo que se opone a esta regulación estatal en el control de la comunicación masiva, por la sencilla razón de que sus medios son la pieza clave para el pretendido éxito electoral y económico de la derecha argentina.
La historia es el resultado de un proceso de producción de sentido y, en este caso, la historia del periodismo se encargó, y se seguirá encargando, de que Clarín no resista a sus propios archivos: la historia del periodismo mundial condena a Clarín como uno de los grandes impulsores de los procesos antidemocráticos de los últimos 50 años en Argentina. Pretendió siempre legitimar los intentos de la derecha para desestabilizar los gobiernos democráticos que implementan sólo algunas medidas que tocan sus intereses, como el actual gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Contra la reproducción sistemática que Clarín emprendió hace dos meses en contra de la ley Servicios de Comunicación Audiovisual, marchan décadas de debates en los ámbitos académicos.
La insólita presencia de una ley de facto en democracia motivó que las universidades públicas argentinas en todas sus carreras de Periodismo y Comunicación Social adoptaran esta norma como parte central de sus programas de estudio en varias asignaturas.
Durante años, profesores y alumnos, ligados a las artes, la comunicación y al derecho, se han dedicado a múltiples estudios sobre la interacción de todo lo que permite esta ley en la sociedad argentina. Basta con mencionar el caso de los estudios sobre la industria cultural en Argentina para notar con claridad que en la universidad pública se reclamó históricamente la participación democrática en los procesos de reproducción cultural. Los medios son instrumentos de reproducción cultural y, por lo tanto, se reclamó históricamente desde las aulas sancionar leyes que eviten la monopolización. Desde el punto de vista de la industria cultural, se entiende que romper la monopolización de los medios es, actualmente, un punto de partida hacia la democratización en los procesos de reproducción cultural.
Contra la propuesta desestabilizadora de la derecha, el debate está largamente legitimado en todos sus puntos de vista: académico, político, cultural, económico y jurídico.
Otro aspecto que legitima esta ley impulsada por la Casa Rosada está relacionado con el ejercicio profesional de los periodistas y demás trabajadores de medios masivos de comunicación. Quizá sea el aspecto menos importante, si se tiene en cuenta la magnitud de la ley en el proceso de reproducción cultural. La inmensa mayoría de los periodistas del grupo Clarín, salvo raras excepciones como el caso del “arzobispo” Nelson Castro -un médico dedicado a la televisión y la radio-, están de acuerdo con ponerle límites a este monopolio. Algunos, preocupados por un interés colectivo; otros, porque saben que si no se arrodillan ante el discurso monopolista, simplemente se quedan sin espacios en los medios. Es el caso de la gran preocupación interna entre los trabajadores que generó la fusión Multicanal-Cablevisión. El periodista de Clarín que es expulsado de un medio de este grupo (TV, radios, diarios, revistas, editoriales, etc.) queda automáticamente desvinculado del resto de los medios del monopolio.
Estos son sólo algunos aspectos por los que cobra sentido la pelea por la “ley de control de medios”, como la llama Clarín. Los alfiles de la derecha en el Congreso dicen que el Gobierno avanza a las apuradas con el debate, sin darle tiempo a la sociedad argentina para el análisis del proyecto, cuando en verdad lo único que pretenden es hacer que fracase, otra vez, una ley que le pondrá límites a la tenencia de medios y dará pluralidad a la producción comunicativa.
Clarín mantuvo silenciado este debate durante toda la vida de la ley de la dictadura y pretende hoy hacer creer que ésta es una ocurrencia más de los Kirchner en el avasallamiento de las instituciones.

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